–¿En qué cambian sus planes de cara a octubre el hecho de haber obtenido una victoria más ajustada de lo esperada?
–En nada. La verdad es que hemos retenido todos los lugares que gobernábamos y que hemos avanzado bien en otros. Estamos contentos. La diferencia entre lo que era la encuesta y la realidad son dos puntos, que probablemente hayan ido a Del Sel. En los sitios donde trabajamos más tiempo, como Rosario, hay una fidelidad del voto interesantísima.
–En la alianza provincial que se impuso el domingo conviven tres candidatos nacionales diferentes, ¿corre peligro el futuro del Frente Progresista en Santa Fe?
–Es cierto que tenemos distintos proyectos de país, pero también es cierto que el Frente Progresista en Santa Fe lleva 20 años, durante los cuales los integrantes no se han retirado, somos los mismos desde el primer momento. Hace cuatro años, el radicalismo apoyaba a Lavagna y nosotros a Carrió, y eso no impidió que ganáramos la provincia ni entorpeció el desarrollo de proceso de crecimiento de Santa Fe. Es una garantía de democracia darles la libertad a los integrantes del Frente, y no va a tener ninguna incidencia. Hoy me han llamado los intendentes radicales, que están contentos, han tenido muy buenas elecciones.
–¿Siente la elección de Del Sel como un llamado de atención?
–Depende. El PRO, que no existía en la provincia, le ha dado un espacio de expresión para los sectores que comulgan con esa idea y ha sacado muchos votos de la gente simple que aspira a vivir mejor. Pero nosotros estamos muy contentos con el resultado de la elección. No tuvimos otro apoyo que no fuera nuestro propio trabajo. En Santa Fe en estos años pagamos el 82 por ciento a los jubilados, redujimos la mortalidad infantil por tres años consecutivos, estamos objetivando lo que significa la cadena de valor en todas sus etapas. Y en esto hay muchas trabas del gobierno nacional que realmente generan impacto en el voto de la gente del campo y también de las ciudades que dependen de la actividad rural.
–¿Cuáles son sus perspectivas para las elecciones presidenciales?
–Nosotros estamos trabajando sin números hoy. Tenemos, sí, un gran entusiasmo que surge de convocar a gente importante, como es el caso de Margarita Stolbizer, Luis Juez, Humberto Tumini, Victoria Donda, Víctor De Gennaro, gente que viene del peronismo, del radicalismo, del socialismo, para construir algo diferente. Y eso es no aferrarnos a un modelo, sino aferrarnos a una propuesta de diálogo y cambio. En Argentina hay una clara definición, que es que la gente quiere un país normal. Donde haya derechos para todos, donde se pueda pensar en el respeto a la Constitución y las leyes, al diálogo interpoderes, al diálogo de lo público y lo privado. No hay más espacio para presidencialismos extremos. Necesitamos más democracia, no un país en blanco y negro, sino un país en celeste y blanco. O miramos para atrás o miramos para adelante.
–Usted a veces apoyó algunos proyectos legislativos del Gobierno, marcando diferencias con otros sectores no oficialistas. ¿Sus cruces recientes con la Presidenta tienen que ver con su búsqueda de un perfil más opositor de cara a octubre?
–Es que ese es el error del modelo de considerarte amigo cuando uno vota proyectos con los que está convencido y considerarte enemigo cuando uno no vota una ley. Por eso tenemos que pensar en otra Argentina. Sobre los cruces, a mí estas decisiones que se toman sobre invertir en Santa Fe me parecen bárbaras, ¿pero a usted le parece que un día antes le avisen al gobernador que va a ir la Presidenta? Eso no corresponde, hay que recordar que las provincias son preexistentes a la Nación y cuando se constituye el país se decide respetar el federalismo. Todo esto es parte de nuestra historia. Nosotros no podemos cambiar la historia.